En bus

Mi muy querida Saadia:

A veces, cuando escribo, siento que me voy a perder en el camino. Nunca tengo muy claras las palabras ni los verbos, ni la prosa ni la sensatez.

Hoy siento un poco de eso. Tengo muy claro lo que quiero decir, pero no sé si lo pueda hacer con las palabras correctas. O en el orden correcto en el mejor de los casos. En fin, ya me dirás.

***

He sonreído por muchas cosas este ciclo. No sé si más de lo que debería, pero sí más de lo que acostumbro.

Y tú has sido uno de los más grandes motivos.

Empecé confundiéndote, lo admito. Nunca he sido muy bueno para recordar nombres. Admito esto también. Pero creo que fue a partir de la primera vez que nos fuimos juntos, que mientras conversábamos, pensé: “Esto sería bonito de recordar”.

Y, sí. Todo a sido así desde entonces.

***

Apretujados, acalorados, cansados y “apegados”, gran parte de nuestro tiempo se escurrió entre veintiochos, treinta y cincos y cuarentas; y un par de otros números que no recuerdo ahora, pero que me hicieron descubrir que el único Frugelé que te gusta invitar es el de Frutilla. Esta es una de las cosas que más voy a extrañar: tu voracidad al estar frente a estas pequeñas gomitas espolvoreadas. Pero además, para que lo sepas, voy a extrañar mucho más que eso. Por ejemplo, voy a extrañar decirte vaca preñada, fea, escandalosa, machista, chinche, chinchosa, espesa, etcétera, etcétera, etcétera, y más etcéteras. Voy a extrañar el hecho de que tú me digas (también) gran parte de ese séquito de sobrenombres. Voy a extrañar nuestras discusiones “omnibusescas”, donde siempre terminabas haciéndome un escándalo con eso de que: “¡y que todo el mundo se entere de que tú eres un…(y el adjetivo de turno).

También voy a extrañar esos almuerzos donde terminaba comiendo de tu plato, y tú, apurándome para llegar temprano a tu práctica de Filosofía de las 2. Voy a extrañar el tener que caminar 6 larguísimas cuadras demás todos los días, sólo para poder conversar un rato más contigo. Voy a extrañar el que te vistas tan linda y tan fresa, y el perfume con el que te sentías medio psíquica los jueves (del cual, por cierto, nunca supe el nombre). Voy a extrañar los días en los que pedías ayuda, y al final, tú terminabas haciendo casi nada. Voy a extrañar esas frases tan tuyas, que me parecería raro escuchárselas a otra persona. Voy a extrañar los cigarros que fumamos, y los deseos que pedí invirtiendo el primero de ellos. Voy a extrañar los pocos momentos en los que coincidimos musicalmente (que de verdad fueron pocos), y voy a extrañar el que te guste esa sustancia rojiza medio dulce llamada Ketchup (y sus derivados); y que la consumas en –casi- cantidades industriales.

¡Voy a extrañar el joderte tanto, Saadia! Voy a extrañar tus buenos ratos, tus reniegos y tus trabajos de investigación de última hora. Voy a extrañarte a ti, y todo lo que eres.

Eres increíble, Saadia. Eres una increíble mujer, y me apena que a veces ni tu misma sepas cuan maravillosa eres. Yo lo sospechaba al principio, pero somos un tanto diferentes que lo olvidé por un tiempo.

Pero te fui conociendo más y me fue gustando lo que veía. Me fuiste gustando toda tú.

Así.

Con todo. Con tus cosas buenas y tus cosas malas. Con tus frases, tus gustos acaramelados y tu grandiosa, dulce y atípica personalidad. Me fuiste gustando y me gustas ahora.

Te me apareciste de la manera más espontánea y me alegra que lo hayas hecho. Aprendí mucho de ti (y de mi) estos meses.

Espero, realmente, que te vaya bien allá. Yo sólo quiero que regreses completa.

Te voy a extrañar, Nazhim. Más de lo que pensaba. Desde aquí, te mando unos 28, 35 o 40 besos.

Los que quieras.

[H]

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